Por: Roberto Osorno
04 de agosto de 2021
Quizás no es la primera vez que leemos o escuchamos que la innovación está relacionada íntimamente con el aprendizaje, ¿pero por qué es un proceso de aprendizaje? Además, ¿de qué nos sirve saber que lo es?
Antes de abordar esta pregunta, me gustaría visualizar una de las formas bajo las que las personas y organizaciones aprendemos. Si bien existen diferentes propuestas acerca de este proceso, tomaré como referencia el trabajo de Chris Argyris (1977). Este estudioso del aprendizaje organizacional, propuso un sencillo modelo que se explicaba a partir de la comparación entre una meta establecida y una lograda. Es decir, un grupo de personas, al tener una meta de desempeño específica, trabajará para lograrla; en algún momento, deberá comparar el resultado que han obtenido con la meta establecida, y, en el caso de que exista una diferencia entre una y otra, deberán llevar a cabo una acción correctiva en sus actividades. A este proceso de ajuste de las actividades para lograr acercarse a una meta establecida, el autor le llama “aprendizaje de ciclo simple”.
Ahora bien, puede darse el caso de que el equipo descubra que la meta que se ha propuesto ya no es vigente, quizás porque el desempeño del equipo supera fácilmente la meta, porque las condiciones han cambiado, o simplemente porque la meta no se estableció correctamente y es momento de mejorarla. Entonces, se propone un cambio en la meta y en la política o criterio bajo el que se estableció. Este cambio es aún más potente y se le conoce como “aprendizaje de doble ciclo”. Generalmente, el doble ciclo se da cuando han ocurrido un número de ciclos simples, lo que significa que un grupo de personas aprenderá en el ciclo simple y en alguno de estos ciclos pasará al doble, que afectará positivamente a la organización.
El proceso de aprendizaje expuesto tiene varios desafíos, tres de ellos los más relevantes. El primero radica en que, para poder aprender en el ciclo simple, es necesario comparar la meta con el logro y aceptar el resultado, que no siempre es positivo; de hecho, puede ser que sea negativo con frecuencia. Con cada comparación se ajusta y se aprende, siempre y cuando estemos dispuestos a aceptar la brecha que se encuentra en este proceso. En otras palabras, cuando no logramos lo que esperamos, aprendemos, siempre y cuando estemos dispuestos a registrar la diferencia y las lecciones aprendidas. El problema es simple, a nadie le gusta fallar y menos registrar sus fallas. La lección: para lograr aprendizaje de ciclo simple, es necesario registrar con precisión las brechas en el logro de la meta y las acciones necesarias para corregirlas.
El segundo desafío se da en el doble ciclo. Un equipo de personas puede darse cuenta de que la meta establecida ya no es válida, ya sea porque se alcanza fácilmente y se requiere mejorarla para desafiar el desempeño, o porque se descubre que los criterios bajo los que se estableció esa meta no son correctos. Entonces, el equipo propone un ajuste en la meta y una revisión en la política. Muchas organizaciones responden a una estructura jerárquica en la que las políticas para medir el desempeño son establecidas por los niveles gerenciales o medios, mismos que no siempre están involucrados en el quehacer cotidiano o en los equipos de trabajo. No es extraño entonces, que una persona de nivel gerencial que ha establecido una política pero que no haya participado en el equipo que ha detectado la necesidad de un cambio, se resista a cambiarla. Aquí el problema también es simple de mencionar, pero no de resolver: las políticas normalmente están establecidas por personas que no participan en el proceso de aprendizaje, por lo que pueden resistirse al ajuste e impedir el doble ciclo.
El tercer desafío del aprendizaje se relaciona con ambos ciclos y es sencillo: si no se mide lo que se hace y no se registran los resultados, difícilmente existirá una referencia para aprender.
¿Y qué tiene que ver todo lo anterior con la innovación?
A lo largo del proceso de innovación, llevamos a cabo, a veces sin darnos cuenta, una cantidad importante de aprendizajes de ciclo simple y doble. Conforme aprendemos, mejoramos el estado de la solución que estamos proponiendo. Esto se nota mejor cuando estamos validando, por ejemplo, un prototipo con los usuarios finales. Una vez que presentamos la idea de solución y explicamos la manera en la que funciona, preguntamos, observamos y registramos la reacción de los potenciales usuarios o clientes. Habrán seguramente observaciones y reacciones positivas que nos harán sentir bien y que registramos con gusto, pero, ¿qué pasa cuando observamos reacciones negativas o comentarios que nos dicen que no hemos logrado satisfacer ninguna necesidad? No sería extraño sentirnos un poco decepcionados e incluso pensar que el usuario está equivocado, no comprende la idea o de plano no es un cliente potencial; vaya, a nadie le gusta que le digan que su creación no es buena.
Podemos caer entonces en la tentación de desacreditar o ignorar esta valiosa información que de hecho es, desde la perspectiva del aprendizaje de ciclo simple, una brecha que nos enseñará algo y que nos puede llevar al siguiente nivel. Entonces registramos la brecha, las lecciones y nos lanzamos a mejorar nuestro prototipo. A este tipo de cambios en la idea a partir de una validación, le llamamos pivoteo simple. El pivoteo simple es muy importante porque el equipo aprende y mejora el producto o la actividad en curso.
Ahora bien, puede darse el caso de que, después de un número dado de validaciones o entrevistas y cambios en la solución, los resultados no evolucionen favorablemente; parece que nada de lo que ajustemos logra satisfacer la necesidad planteada, parece que algo no anda bien. Es momento entonces de detenernos un momento y revisar los criterios que rigen la medición de nuestra validación, por ejemplo ¿estamos entrevistando al grupo de usuarios correcto?, ¿la necesidad identificada es realmente la que tienen los usuarios?, ¿el lugar que estamos eligiendo responde al contexto de la necesidad? Estas preguntas pueden ser muy preocupantes para el innovador inexperto, ya que sugieren el regreso a una etapa anterior del proceso de innovación. La realidad es que ese paso hacia atrás es normal y muchas veces necesario, pues nos está llevando a un aprendizaje de ciclo doble en el que tendremos que revisar los criterios de la fase actual o anterior que rigen nuestra medición del éxito de la solución. A este tipo de cambio se le llama pivoteo doble. El pivoteo doble es sumamente potente ya que lleva a que el equipo mejore el proceso de innovación.
Un proyecto de innovación necesariamente cuenta con pivoteos simples y dobles, todo el tiempo. Conforme un equipo de innovación valida su conocimiento del problema y las posibles soluciones, aprende y mejora la propuesta. Además, con frecuencia, requiere regresar a revisar los criterios bajo los cuales está resolviendo una necesidad, revisa incluso sus métodos, herramientas y técnicas, y los mejora de ser necesario.
Garash es una plataforma que cuenta con una serie de herramientas en las que se busca que las ideas sean probadas, validadas y, a partir de los resultados, se detonen procesos de aprendizaje, cuyo resultado además, queda reflejado en la innovación. En adición, la información resultante es sistematizada de manera tal que el innovador pueda dar cuenta de la evolución de su idea, y con ello, visualizar su aprendizaje.
Tool es un gestor de innovación en el que se registra el resultado de cada una de las etapas de comprensión del problema y prueba de la solución. Además, a lo largo del proceso de innovación, Tool recomienda las herramientas de pensamiento y creatividad que pueden ser aplicadas en las diferentes etapas del proyecto.
Garash funciona bajo una premisa muy interesante: lo que conocemos como fallar (que no es otra cosa que una brecha), significa una oportunidad para aprender y mejorar; por lo que la innovación es un camino plagado de brechas, fallas, respuestas negativas y aprendizaje constante. Aplicando esta premisa, los innovadores se sorprenderán con los resultados que el proceso les arroja.
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