Como cada año, en cientos de ciudades alrededor del mundo, reconocemos a junio como el “mes del orgullo”, un periodo para celebrar la diversidad, reflexionar los avances y exigir derechos entorno a la comunidad LGBT+. Sin embargo, el camino recorrido no ha resultado fácil.
Civilizaciones antiguas reconocían la existencia de sexualidades diversas, mismas que después de procesos históricos, tal como la extensión del cristianismo en occidente, fueron silenciadas, y llevadas a la clandestinidad, derivado de interpretaciones de libros bíblicos. Por siglos, los homosexuales, fuimos tachados como enfermos y por ende, despreciados en espacios públicos y privados.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, se distinguieron los primeros sucesos que marcaron los orígenes del activismo por el reconocimiento de derechos civiles. Los disturbios de Stonewall, en New York, representaron un parteaguas que años después se replicaría dentro y fuera de Estados Unidos. El 28 de junio de 1969, el club gay Stonewall Inn, uno de los tantos espacios (ilegales debido a leyes de prohibición de la homosexualidad) destinados al encuentro de hombres y mujeres del mismo sexo, fue sujeto a una de las cotidianas redadas policiales que tuvo como resultado violentas manifestaciones que extenderían por días.
En 1970, un año después, habría de presentarse la primera marcha conmemorativa del levantamiento, que hoy en día, se han convertido en desfiles del orgullo, caracterizadas por ondear banderas multicolores y pancartas que continúan exigiendo la no discriminación. En nuestro país, la primera marcha gay se llevó a cabo en 1978, en la Ciudad de México, sin embargo, en 1969, un contingente de jóvenes LGBT+, acompañó a estudiantes en la marcha para conmemorar el primer aniversario de la matanza de Tlatelolco. Hoy en día, los desfiles del orgullo en Ciudad de México, Guadalajara y Puerto Vallarta, son de los más concurridos en América Latina.
En materia gubernamental, también han sucedido importantes avances, por mencionar algunos, en 2003 con la aprobación de la primera ley contra la discriminación; en 2004 con la aprobación de la ley para permitir el cambio de género en personas transexuales; así como en 2006, 2009 y 2010, que legislaciones y sentencias permitieron el matrimonio y adopción de personas del mismo sexo. Al día de hoy, hay materias pendientes, la discriminación a miembros de la comunidad LGBT+ es latente, así como la intervención de grupos que impiden, con intereses políticos o económicos, la implementación de una agenda progresista, abanderada por el reconocimiento de derechos humanos y respeto a las minorías. Así mismo, y como nunca antes, cada vez más personas, empresas y gobiernos se suman como aliados a la lucha.
Ningún esfuerzo es menor, desde el espacio privado, apoyando a un amigo miembro de la comunidad, o en el espacio público, exigiendo a gobernantes la creación de políticas públicas en la materia, se puede trabajar por una sociedad diversa.
César Daniel Hernández Jiménez
0 comentarios