Por: Ariadna Ramírez
“Ámate tal y como estás.” “¡Qué delgado/a estás!” “¿Pero tú por qué te quejas si ya estás delgado/a?” “Si tan sólo pudiera tener su cuerpo.” “Tu cuerpo no te define.” “Te falta comer un poco de pan.”
¿Alguna vez te han dicho alguna de estas frases, o te has sentido identificado/a con alguna de ellas? ¿Has dicho algo similar a alguien que conozcas? Por lo menos, yo te puedo decir que a mí sí; que por muchos años, he estado rodeada de frases como éstas, y han sido palabras que han penetrado en mi mente y que incluso llegaron a dictaminar el cómo vivir mi vida para poder ser aceptada.
El cuerpo humano, es aquella máquina que nos permite hacer una infinidad de cosas en nuestro día a día: nos permite ir a nuestro trabajo, despertarnos todos los días, nos ayuda a descansar, nos dice cuando algo no está tan bien con nosotros… Simplemente, es mágico todo lo que hace por nosotros. Sin embargo, todas estas cualidades pasan a segundo plano cuando se trata de juzgarnos por lo superficial, con el afán de, incluso algunas veces, no considerarnos merecedores de amor. Nos juzgamos cuando nuestro cuerpo no encaja en aquel molde que la sociedad ha definido como el estándar de belleza, cuando no alcanza aquel modelo que tenemos que seguir para considerarnos atractivos o atractivas.
Hoy en día, las redes sociales están inundadas con un sinfín de información con respecto a nutrición, cuerpos, estilos de vida saludables, y en cada uno de estos perfiles nos topamos con diferentes cuerpos y con opiniones hacia las formas y tamaños de estas personas. Nos encontramos con gente buscando impulsar el amor propio, abrazar tus lonjitas, mostrarte tal y como eres. Nos encontramos con el término body positive.
El body positive es un movimiento que surgió en el año 2007, a través de la Revista Belleza XL, la cual fue la primera revista hispana dirigida hacia el mercado de tallas grandes. Lo que busca es hacer notar las realidades del cuerpo humano, desde la orientación sexual, los diferentes tamaños y formas del cuerpo humano, el acné, las estrías, la estatura de las personas, las prótesis… En fin, todo aquello que nos hace diferentes.
Si bien es cierto que, gracias a movimientos como éste, se ha tomado más conciencia en la forma en cómo nos expresamos sobre los demás, y nos ha llevado a un mayor respeto a la diversidad, y con esto a sentirnos parte de la sociedad. No obstante, a pesar de todos los esfuerzos que se están realizando, el término nos lleva a seguir hablando del cuerpo de las personas, incluso ahora pareciera que el buscar mejorar tu apariencia física, por ser un deseo y una meta personal, es algo negativo por no aceptarte tal y como estás. Pareciera también que el no desear adelgazar o subir de peso, es no ver por tu salud. Es así como comienza el movimiento de Salud en Todas las Tallas, mejor conocido como HAES por sus siglas en inglés.
Salud en Todas las Tallas nos habla de que una buena salud no necesariamente implica la pérdida de peso o el alcanzar una talla ya establecida; lo que busca transmitir es que, a pesar de que los pesos elevados tienden a tener una correlación con una salud negativa, esto no quiere decir que el único indicador sea el tamaño del cuerpo. El objetivo de esto es erradicar el sugerir una pérdida de peso como solución para mejorar la salud. HAES no se encuentra en contra de las personas que buscan adelgazar, ni se encuentra a favor de promover la obesidad; lo que propone es el modificar conductas y hábitos para mejorar la salud, eliminando el enfoque del peso como principal indicador del bienestar.
Dicho esto, pensemos en un mundo en donde nuestro cuerpo no fuera más que esa máquina que nos ayuda a llevar nuestro día a día; que en lugar de adularnos o juzgarnos con base en el tamaño y la forma que tenemos, nos felicitáramos y honráramos todo aquello de lo que somos capaces. Nos aplaudiéramos porque pudimos correr 2 kilómetros más, o porque logramos estar activos durante 10 horas debido a la jornada laboral.
Quiero dejarte el siguiente cuestionamiento: si viviéramos en un mundo en donde el sentido de la vista no existiera, es decir, en donde todos y todas fuéramos ciegas, ¿te preocuparías por la forma de tu cuerpo, o simplemente te preocuparías por mantenerlo sano? Y esto no quiere decir que no busques realizar cambios y mejoras a tu apariencia, sino que analices desde dónde estás queriendo realizar estos cambios. ¿La necesidad viene porque es algo que tú realmente deseas, o porque no encajas con el estereotipo de cuerpo atractivo que la sociedad ha dictado? Si tu respuesta es la primera, ¡adelante! Todas y todos tenemos aspectos que queremos mejorar, pero si tu motivador es la segunda, detente cinco segundos para pensar en qué dice tu voz interior y qué es lo que realmente deseas tú.
Te propongo realizar cambios pequeños: dejar de tener como tema de conversación el cuerpo de las demás personas; dejar de compararte con otras y otros; incluso utilizar los adjetivos tal y como son, sin un significado ni intención de fondo. Las palabras como gordo, obeso, delgado, chaparro, son simplemente palabras que sirven para describir a algo o alguien. Sin embargo, es la intención con la que se mencionan lo que puede herir a las personas.
Comienza por ti mismo o por ti misma; evita juzgarte, y cada que te encuentres dentro de estos pensamientos, hazlo desde un lugar de amor y motivación para mejorar, pero procurando no hacerlo desde el discurso de disgusto hacia tu persona.
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