El pasado verano los incendios de California y Australia coparon los titulares por la gran devastación causada. Solo en el estado americano se quemaron más de treinta mil kilómetros cuadrados. Algo así como la tercera parte de Portugal. Las graves consecuencias medioambientales, humanas y económicas han traído al primer plano la necesidad de avanzar en el uso de nuevas tecnologías más eficaces. Tanto a la hora de prevenir como llegado el momento de atajarlos, además de proteger las vidas de quienes luchan contra ellos. Como en casi todos los campos tecnológicos, la inteligencia artificial está desempeñando un papel de gran importancia, pero también le acompañan otros recursos como el IoT, los satélites o los drones.
WIFIRE: un simulador de desastres muy reales
El comportamiento del fuego es casi tan complejo como el de la meteorología. Factores como la densidad del bosque, la dirección del viento, el tipo de madera, el nivel de humedad o la pendiente del terreno pueden cambiar radicalmente su comportamiento. La posibilidad de anticipar los cambios de dirección e intensidad de un incendio forestal fue lo que impulsó el desarrollo de WIFIRE. Se trata de un simulador desarrollado por la Universidad de Maryland y varios socios tecnológicos que permite predecir en tiempo real el rumbo de las llamas, así como calcular los resultados de distintos escenarios. El software, de código abierto, utiliza diversas fuentes de datos, desde satélites hasta estaciones meteorológicas.
IoT, sensores en lo profundo del bosque
La combinación de energías renovables y sensores permite instalar redes de dispositivos allá donde no llega el tendido eléctrico. Por ejemplo, hace años que se utilizan placas fotovoltaicas con ese propósito. Sin embargo, también hay una nueva generación de sensores que se alimentan gracias al efecto triboelétrico. Es decir, aprovechando la electricidad estática generada por el movimiento. En este caso se trataría de las ramas mecidas por el viento.
Si además se añade tecnología IoT para que estos sensores se comuniquen entre sí y con los centros de control, se puede disponer de una herramienta muy poderosa en el corazón de los bosques. Uno de los ejemplos son los sensores IoT, que cumplen dos funciones fundamentales: la detección de incendios y la alerta ante situaciones de alto riesgo (sequedad extrema, altas temperaturas, etc.).
Satélites, un ojo en el cielo
La aparición de satélites de alta definición con una elevada tasa de refresco y la posibilidad de ofrecer imagen multiespectral, que incluye banda de infrarrojos, posibilita la detección de incendios en cualquier lugar del mundo. De hecho, en los recientes fuegos de California, los satélites detectaron focos antes que las torres de vigilancia y otros métodos. Estos satélites, además, permiten crear un mapa de incendios forestales a escala global para que los investigadores puedan entender su evolución en las zonas más afectadas por el cambio climático. De hecho, puedes comprobar los diversos incendios que ha habido este año en el mundo gracias a este visualizador por cortesía de la NASA.
Inteligencia artificial, el gran aliado contra el fuego
Por supuesto, la existencia de todas estas fuentes de datos, a las que cabría añadir drones con cámaras térmicas, supone un gran reto llegado el momento de análisis. ¿Cómo distinguir un foco de incendio entre miles de kilómetros cuadrados de imagen de satélite? La clave reside en los algoritmos, que son capaces de interpretar esas imágenes. Aunque no solo eso, sino que también pueden procesar los datos provenientes de estaciones meteorológicas y sensores IoT. Así, es posible establecer patrones de riesgo y prevenir los incendios antes de que sea demasiado tarde.
A modo de conclusión, a toda esta plétora de tecnologías siempre habrá que sumarle la responsabilidad individual en lo tocante al cuidado de los bosques.
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