Por: Joaquín Marbán
Cuenta la historia, que Jigoro Kano concibió el judo en una mañana de invierno, en la que salió a ver la copiosa nevada de la noche anterior al jardín trasero de su casa en Tokio. Allí, vio que un fuerte roble con la copa llena de nieve se partió por el peso de ésta; y también observó un sauce a punto de quebrarse por la misma razón, tal como al roble. No obstante, este último se dobló, haciendo que toda la nieve se deslizara, permitiendo que cayera al suelo del jardín. Jigoro Kano, viendo esto, pensó que el sauce había sido, de cierta manera, más fuerte que el roble, y por eso había conseguido vencer a la nieve.
Esta fue la reflexión que “prendió” la chispa creativa de este gran Maestro. Así originó el concepto y la disciplina deportiva del Judo, que básicamente consiste en aprovechar la fuerza del oponente. Pocos años después, en 1882, el Judo cambió a ser un arte marcial.
A pesar de su corta vida, ha conseguido un alto porcentaje de clubes en Occidente y una gran aceptación en todo el mundo. El Sr. Kano quiso recoger la esencia del Jiu-jitsu y las artes de lucha del momento del lejano Oriente, en una única y básica arte marcial.
Pero, ¿quién fue este personaje histórico? Jigoro Kano nació en la villa de Mikague, provincia de Hyogo (Japón) cerca del puerto de Kobe, el 28 de octubre de 1860. Se trasladó a Tokio cuando tenía 17 años; ahí se inscribió en la Facultad de Letras Políticas y Ciencias Económicas de la Universidad Imperial. En 1881, se licenció en la facultad de Letras; y en 1882, en Ciencias estéticas y morales.
El Maestro Jigoro Kano pesaba tan solo 50 kg; era de aspecto pequeño y frágil. Su debilidad, de la que era plenamente consciente, lo llevó a interesarse por la práctica de las artes marciales. Aprendió Jiu-jitsu, cuya ingeniosa técnica tenía fama de permitir a un individuo poco corpulento derribar a un adversario mucho más fuerte.
Daniel Goleman, psicólogo de la Universidad de Harvard, y a quien tuve ocasión de conocer en 1998 en la Universidad de La Coruña, fue el primero en mencionar el concepto de “judo cognitivo” en su bestseller titulado “Inteligencia Emocional”. Con esto se refiere a la competencia o conjunto de habilidades intra e interpersonales que algunas personas poseen, y que se caracterizan por una gran “flexibilidad” o adaptabilidad a situaciones de crisis y cambios vitales, a los cuales se enfrentan como si fueran sauces; es decir, “doblándose”, adaptándose psicológicamente para no quebrarse, y cuando pasa la “tormenta psicológica”, el conflicto, recuperan su forma natural, su comportamiento y funcionamiento psíquico normal.
Este analogía tan descriptiva nos deja como reflexión el hecho de que la capacidad de aguante, supervivencia y funcionalidad psicológica tiene que ver más con nuestra resiliencia, actitudes, creencias nucleares y artes sociales que aprendemos con el tiempo y el entrenamiento, y mucho menos con aquella “dotación genética”, cociente intelectual, personalidad estática, fuerza física, entre otras características con las que nacemos.
Esto sería la esencia del Judo y de la Inteligencia Emocional, también.
Un abrazo.
Joaquín Marbán
Psicólogo clínico
Especialista en ACT
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