La pasión en la Innovación

Hay personas que nos inspiran y contagian a otras tan solo con escucharlas. Bastan unas palabras,
el tono de su voz o su expresión corporal para trasmitir el mensaje. A esto es lo que llamo el poder
de la pasión.

La pasión te inyecta de energía y te transforma, y como emprendedor, una de las primeras lecciones
que aprendí, es que la pasión es tan importante como aquella idea disruptiva que queremos obtener
para tener éxito. Como suelo decir en los aforos que participo, el 50 por ciento del éxito de un
proyecto depende de cómo se trasmite la idea, y el otro 50 por ciento de todo el trabajo que se hizo
con anterioridad.

La pasión es una de las armas que nos permitirá convencer a los inversionistas que nuestra idea es
lo mejor que han escuchado últimamente y en la cual deben invertir. Eric Ries afirma en su libro
“The Startup Way”, que los inversionistas invierten más en las personas que en la misma idea.
Dentro de un proceso de innovación donde iterar es clave y fundamental para encontrar qué es
lo que verdaderamente quiere el cliente, es común que gran parte de esas interacciones no den el
resultado que nosotros esperamos. En este punto es donde comenzamos a deprimirnos, a creer que
perdimos el tiempo y que nada de lo que hicimos tiene valor. ¿Qué creen que nos levanta al día
siguiente para intentarlo una vez más? Nada menos que la pasión que todo emprendedor tiene. Esa
pasión que nos hace seguir adelante por aquel proyecto en el que apostamos y que tiene un impacto
trascendental para nosotros, acompañado también de un resultado económico en la mayoría de los
casos.

La pregunta que cae por si sola es, ¿y cómo podemos encontrar nuestra pasión? Para esto lo que a
mí me ha funcionado es listar aquellas actividades que me generan felicidad, satisfacción y que
podría hacer sin recibir algún tipo de remuneración económica. En caso de no encontrar alguna,
listaría aquellas actividades que me gustaría comenzar a realizar y que “por falta de tiempo” no
hemos iniciado. En caso contrario, tengamos una lista con muchas opciones, al igual que en un
proceso de innovación, probaría cada una de ellas hasta validar cuál es la que me genera mayor
satisfacción. Una vez que encuentras lo que te gusta, ¿cómo alimentar nuestra pasión para que sea
nuestra fuente de electricidad en los momentos de crisis?, cuando todo es negro, cuando nos
cuestionamos si realmente servimos para eso que nos venía quitando el sueño; cuando estamos
desesperados y queremos tirar todo y comenzar de cero cualquier otra cosa.
En lo personal, para alimentar la pasión en los proyectos que participo me pregunto algunas cosas:
¿Cuál es el impacto que reciben las personas con el resultado del proyecto? ¿A cuántas personas
voy a impactar con lo que quiero hacer? ¿Qué problemas críticos y trascendentales estoy
solucionando? Esto, además de permitirnos tener un norte claro, nos ayuda a tener dimensiones
definidas que sirven como aliento para no renunciar; y si de algo debemos de estar seguros, es que
cuando eres emprendedor las cosas tarde o temprano se van a poner muy duras.
Pero igual de importante que la pasión es tener un respaldo numérico sólido que nos permita tener
claro cuánto retorno sobre la inversión vamos a generar, porque de esta manera podremos
conversar con los inversionistas y transmitirles confianza al hacerles ver que estamos pisando tierra
y que no solo queremos “cambiar el mundo” con proyectos aparentemente “idealistas”.

¡La pasión es mágica!, nos permite levantarnos de la cama cuando estamos enfermos, nos da
energía a pesar de estar muchas noches sin dormir, y nos transforma en grandes revolucionarios.
Para un emprendedor enfocado y que ha logrado encontrar lo trascendental en lo que hace, la
pasión lo ayuda a sacar adelante el proyecto. Sin pasión, sin tener claro el objetivo y el impacto, lo
único que despertará en nosotros es ansiedad y mucho stress que difícilmente podremos superar
ante los momentos difíciles que en todo proceso de innovación hay.
Pero, ¿ser muy apasionado podría generar problemas?

Les voy a contar una experiencia personal. Estaba a cargo de un proyecto donde queríamos
demostrar el éxito de una nueva tecnología para agilizar los procesos que impactaban a nuestros
clientes finales. La iniciativa era muy atractiva, tanto la cantidad de clientes en impacto y el ahorro
que le íbamos a generar a la organización eran muy altos.

Pudimos superar varios desafíos que se nos presentaron en el camino, hicimos nuestras pruebas de
concepto y logramos sacar nuestro primer MVP (Producto Mínimo Viable). Todo iba bien hasta que
quisimos comenzar a escalar la solución. La inexperiencia que teníamos en ese momento y el deseo
de querer ser pioneros en desplegar una solución con una tecnología nueva, nos llevó a forzar
inconscientemente una solución para la cual la organización aún no estaba preparada. ¿Pero cuándo
fue que nos dimos cuenta de esto? Después de seis meses que por casualidad escuché una
conversación en el pasillo de la oficina. Dos compañeros hablaban de conseguir dinero para invertir
en un negocio. En ese momento me hice la pregunta. Si el lanzamiento de esta solución fuera mi
negocio, y yo tendría que sacar dinero de mi bolsillo para seguir intentando el escalamiento de la
solución, ¿continuaría invirtiendo? ¿El equipo estaría dispuesto a hacerlo?
Llevé esta pregunta al equipo y la respuesta fue un “No”. Esto me hizo entrar en razón y me di cuenta
de que el apasionamiento por una solución aparentemente con potencial indiscutible, nos había
cegado para seguir intentándolo sin cuestionarnos la estrategia abordada y si era la correcta. Después
de esto solo tocaba parar el proyecto, fueron sentimientos muy duros por tanto tiempo de trabajo,
horas de desvelo con el equipo que nos habían logrado unir aún más.

Como lección nos llevamos muchas cosas, pero finalmente rescato dos:
La primera, un líder de innovación tiene que estar apasionado por lo que hace, esto es la única
manera de afrontar los desafíos sin generar stress, solo así podrás transmitir seguridad y confianza
tanto al equipo como a los inversionistas (junto con un análisis de negocio consistente).
La segunda, enamorarnos del problema y no de la solución. Es importante controlar la pasión para
no cegarnos y enamorarnos del trabajo realizado. Una forma para lograrlo es pensar como
inversionistas preguntándonos si nosotros invertiríamos nuestro propio dinero en el proyecto que
estamos realizando.

Para terminar, quisiera volver a recalcar la importancia de la pasión en nuestro trabajo como
innovadores, tanto para convencer y dar seguridad a las personas que confían en nosotros y como
fuente de electricidad para levantarnos de los momentos más difíciles, en donde siempre debemos
tener presente que el equivocarse es una etapa más del proceso de innovación.

 

Leonardo Cueto

Digital transformation and innovation manager en BBVA Perú.

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