La innovación abierta se ha convertido en uno de los temas más hablados dentro de la gestión de la innovación. A pesar de esto, esta nueva rama no es tan nueva. Ha estado sucediendo desde hace muchos años. De acuerdo con Huizingh (2010), ni el usar los recursos de diferentes actores para mejorar el proceso de innovación interna, ni el compartir y vender conocimientos y herramientas para que otros actores puedan aprovecharlos, es algo que acaba de comenzar.
La razón por la que se ha vuelto tan popular es debido a que, gracias a Chesbrough y su trabajo en 2006, la innovación abierta comenzó a tener una mejor forma, convirtiéndose así en el paraguas para conectar e integrar diferentes actividades. Además, su trabajo proporciona un marco de referencia para comenzar a desarrollar instrumentos de medición y herramientas para la gestión que apoye a las organizaciones y entidades a comprender mejor su uso.
El propósito de este artículo es el de analizar qué es la innovación abierta, que es lo que dicen diferentes publicaciones y artículos al respecto y cuáles son algunas de las partes que lo conforman.
La innovación abierta se divide en dos categorías: innovación entrante e innovación saliente. El primero se refiere al uso de conocimientos y recursos externos para realizar mejoras en el proceso de innovación. Por otro lado, la innovación saliente hace referencia a la comercialización de los conocimientos y herramientas que las organizaciones desarrollan, dando la oportunidad a otros de obtener ciertos recursos que tal vez no sean capaces de desarrollar por sus propios medios.
Por lo general, la innovación entrante es la más utilizada por las organizaciones, especialmente por las pequeñas empresas; esto debido al gran esfuerzo que representa crecer desde cero por sus propias fuentes. Además, hay algunas teorías de que las entidades no comparten su información tan fácilmente debido al temor de difundir el conocimiento relevante.
Asimismo, para aplicar correctamente la innovación abierta, es importante estudiar el contexto de la misma, de manera interna y externa (empleados, ubicación, orientación estratégica, objetivos de la estrategia de innovación, entre otros), con el fin de tener una mejor comprensión e incluso estar seguros de la apertura que debe tener el proceso de innovación.
Todo lo anterior es sólo un poco de lo que es la innovación abierta. El artículo plantea la siguiente pregunta: ¿seguirá siendo un tema relevante, en los próximos años, esta nueva rama de la gestión de la innovación? La teoría es que no; al final, qué entidad tendrá las herramientas para decir que no tiene nada más que aprender del resto de actores a lo largo del mundo.
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