Por: Edgar Olveda
La sustentabilidad es parte de la visión de las empresas, sistemas económicos, gobiernos e instancias internacionales a la que le han destinado esfuerzos adicionales para lograr el equilibrio del desarrollo humano en el ambiente en el que se desenvuelve. Las buenas prácticas del presente para obtener un impacto positivo en el futuro deben de prepararnos para añadir un nuevo participante en la búsqueda de ese equilibrio: asegurar la aportación de la mano de obra física, artística e intelectual en la transformación de un producto o servicio.
La proyección del futuro en cualquiera de las áreas tecnológicas, sociales, económicas y ecológicas que queramos imaginarnos y en las que decidamos proyectarnos como personas, siempre resulta emocionante. Posiblemente los recursos más accesiblemente inmediatos puedan ser nuestras propias referencias de la ciencia ficción y los conocimientos de tendencias y proyecciones que nos proporcionan los distintos medios de comunicación.
Quizá lo más significativo de un ejercicio proyectivo en este sentido sea que a cada uno de nosotros nos gusta compartir nuestra propia representación del futuro de cualquier área en que se presente el debate, para asegurarnos que nuestro punto de vista esté incluido en el diseño conceptual de la conversación. El futuro es incierto y quizás es el principio de su apreciación.
La conversación sobre el futuro tecnológico se ha vuelto cotidiano, activado principalmente sobre las propias expectativas del rendimiento y funcionalidad de nuestros dispositivos actuales, tales como nuestros celulares y las nuevas experiencias de consumo de otros productos cotidianos, desde el siguiente sabor -temporal- de galletas hasta el próximo dispositivo sorpresa de Apple. Nos hemos acostumbrado a esperar y planear la compra de futuras propuestas de innovación en diferentes categorías de productos.
Es inevitable que las empresas presionen cada vez más sus procesos y recursos para agilizar la producción de bienes y servicios con los requerimientos de moda, y con la velocidad con la que su mercado los requiere, además de tener que ser muy precisos para detectar y proyectar su tiempo de vida en el mercado, que cada vez es más corto.
Esta presión competitiva intensifica la dinámica de las empresas nacionales e internacionales en su adquisición de tecnología para incrementar la productividad de sus procesos y la rapidez de reaccionar para aprovechar las oportunidades de negocio que se le están presentando, esto sin un marco de evaluación de implicaciones que en el futuro puedan presentarse en aspectos de responsabilidad comunitaria y social.
Softwares predictivos, inteligencia artificial, realidad aumentada, sistemas automatizados de producción, entre otros elementos tecnológicos, están siendo rápidamente incorporados en las empresas para respaldar la eficiencia de lanzamientos de productos con mayor aceptación e incorporar novedosas experiencias de compra y consumo.
Dentro del contexto de cada desafío proveniente de una revolución, debemos ampliar el debate en más foros de diálogo formales, institucionales y privados. Parte de los efectos de estas adquisiciones implicarán profundos cambios sociales dentro de los próximos años por la sustitución de capital productivo del talento humano, generando un efecto de “deshumanización” en la creación de bienes y servicios, a tal grado de que lleguemos a apreciar un valor agregado en aquellos en los que sí intervengan los humanos, y por qué no, hasta endorsarlo con un certificado.
Un estudio del Banco de México marca un índice de adopción mayor en las automatizaciones de actividades mecánicas y menos aceleradas en las cognitivas, siendo la primera la que debe de representarnos un asunto de interés inmediato para la estabilidad del modelo sectorial de nuestra economía actual, cuya dependencia del sector de transformación está considerada como la segunda más importante, con una participación de empleos formales estimada en 23%.
Los alcances de esta revolución progresiva advierten un profundo redireccionamiento de la formación educativa de algunas profesiones, así como rediseños sociales. Por otra parte, el mismo estudio sostiene que el riesgo de la automatización de una ocupación laboral se reduce al incrementar el entrenamiento profesional y el nivel educativo, por lo que la preparación formal, intelectual o la experiencia, serán los factores indispensables para que la transición hacia el futuro se edifique con bases más constructivas.
Si vemos más adelante, quince o veinte años, nuestros preparativos deben orientarse a la estabilidad social proveniente del sistema de pensiones, en su tasa de reposición de aportaciones por la reducción del crecimiento poblacional, así como por los efectos de un crecimiento productivo sin dependencia de las personas, aspectos de recaudación de impuestos y, sobre todo, modelos de empleo sustentables.
Los subtemas que se derivan de la automatización son vastos, requieren de priorización y de abordaje desde este momento, los alcances de la automatización y su velocidad de desarrollo e incorporación son exponenciales. Esta singularidad llama la atención de filósofos, científicos y de gran cantidad de expertos en distintas materias por el grado disruptivo con el que influenciará a la humanidad.
La premisa es simple: nuestra historia ha marcado el ritmo de crecimiento y alcance de las capacidades del ser humano, pero todavía no tenemos claridad sobre los límites de la inteligencia artificial y del grado de sustitución que pueda alcanzar.
Como agentes de cambio, nuestro compromiso consiste en que comencemos a desarrollar iniciativas dentro de nuestros proyectos y empresas, orientadas en fortalecer la relevancia del capital humano en su vínculo con la creación de valor en los productos y servicios. Deberemos sofisticar e intensificar rápidamente el alcance de los programas educativos al mayor número de trabajadores, para que la automatización se amalgame en un modelo laboral que construya una mejor calidad humana, laboral y social.
¿Tú cómo aprovecharás este reto en tu ámbito profesional?
Bibliografía:
https://www.forbes.com.mx/mexico-de-los-grandes-consumidores-de-robots/
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