La mañana del 16 de febrero inició en Guadalajara cómo muchos otros domingos: café caliente, un par de galletas y un poco de actualizaciones acerca de las noticias en el mundo. Rápidamente pudimos darnos cuenta de que las redes digitales en nuestro continente apuntaban de manera incendiaria hacia un hecho que era muy difícil de asimilar: la Junta Centra Electoral de República Dominicana (JCE) cancelaba súbitamente las elecciones municipales en todo el país, argumentando que el sistema de información implementado para tal fin presentaba fallas, según se lee en el medio electrónico Acento.
El sistema de votaciones automatizado, que había sido presentado por la JCE como una innovación sin precedentes, se convirtió súbitamente en un desastre electoral.
No pudimos evitar el desagradable recuerdo de las elecciones mexicanas del año 1988 en las que el sistema digital de conteo de votos sufrió una atípica falla en un momento crítico del proceso. Falla de la que se recuerda un no esperado cambio en las tendencias de votación.
Teniendo muchas cosas en común con nuestros amigos de República Dominicana, nos hemos dado a la tarea de opinar al respecto, no desde una perspectiva política o partidista, sino desde donde nos corresponde: la innovación.
La JCE, a través de su comité de compras, seleccionó a la empresa Digiworld, para el desarrollo de la solución tecnológica de voto automatizado. Lo anterior después de haber pasado las pruebas técnicas, según informes en el Listín Diario. Ya para el 20 de mayo del 2019, se había pagado el 20% de dicho sistema: $201,623,730 pesos dominicanos, que significan unos 3,800,000 dólares americanos; lo anterior nos lleva a pensar que la solución tecnológica tuvo un costo aproximado de 19 millones de dólares.
El día de las elecciones inició como se había planeado, sin embargo, ya a las 8:40 se reportaban anomalías en el llamado sistema automatizado según el medio Diario Libre, entre las que se informaba de la imposibilidad de votar ya que solo aparecía un candidato en las opciones. Después del reporte de fallas del sistema, tanto en redes sociales como en medios electrónicos, aproximadamente a las 9:15 de la mañana, la JCE anunció la suspensión de las elecciones municipales, creando desconcierto y diversos debates a lo largo y ancho del país. Los observadores internacionales de la OEA apoyaron, en un comunicado esta decisión, dadas las irregularidades y desafíos que se presentaban a lo largo del proceso, haciendo un llamado al diálogo franco y abierto entre las partes involucradas.
Hasta este momento no se ha iniciado una investigación institucional del caso, grupos políticos y sociales exigen una aclaración inmediata e información transparente. Los ciudadanos dominicanos se manifiestan en medios electrónicos ante el desconcierto y la desconfianza. Nosotros, desde una perspectiva de innovación en el ámbito electoral nos preguntamos ¿Qué pasó? ¿Cómo es que un sistema estimado en casi 20 millones de dólares presentó fallas aparentemente imperdonables?
Pero más importante ¿Qué podemos aprender de este ambicioso y fallido proyecto de innovación?
Queremos poner sobre la mesa algunas lecciones que aprender de este importante, si bien no es exhaustiva, esta reflexión busca rescatar los puntos más relevantes:
- No siempre una innovación es realmente innovación. Una de las primeras actividades que deben de llevarse a cabo es la indagación de lo que otros ya han hecho respecto de lo que queremos mejorar, explorar sus aciertos y sus fallas. Aprender de ello a fin de elaborar un minucioso trabajo de contextualización en el nuevo entorno a ser aplicado. En el caso del proceso electoral, debió haberse hecho un sondeo detallado de los sistemas democráticos que han innovado y la forma en lo que lo han hecho. Si las tecnologías digitales no han sido implementadas en muchos de los sistemas democráticos más avanzados, ¿Cuál es la razón? En México, por ejemplo, implementar una casilla electrónica representa un desafío esencial: no todos los distritos electorales cuentan con energía eléctrica, lo que representa ajustes en la infraestructura que pueden general problemas logísticos de naturaleza crítica.
- La idea y la tecnología deben de validarse una y otra vez. No importa lo fiable que sea la tecnología ni lo buena que sea la idea, es necesario que ambos sean validados en pruebas piloto una y otra vez. En estas pruebas y validaciones, lo que normalmente se encuentra son fallos y errores, mismos que son fuente de aprendizaje y de mejora, pero, sobre todo, son la materia prima para la elaboración de planes de reducción y de gestión de riesgos: tanto en la tecnología como en los procesos que son sustentados. Las validaciones previas al evento electoral fueron evidentemente insuficientes.
- Todo lanzamiento debe de realizarse de manera controlada. La innovación tiene implícita una cantidad poco imaginable de riesgos: tecnológicos, logísticos, legales, sociales, solo por mencionar algunos de ellos. El lanzamiento de una plataforma de grandes dimensiones, como lo es un sistema electoral, requiere de un agresivo y estructurado plan de gestión, mitigación y control de riesgos. Este plan no solo debe de considerar los factores, probabilidades e impacto de los fallos probables, sino que debe de contar con una estructura considere la recuperación de desastres.
- Las tecnologías digitales no resuelven fallas en procesos u organizaciones. Parece obvio pero tenemos que decirlo: las computadoras e internet no son la solución a todo y deben de ser respaldadas por procesos sólidos. Las tecnologías digitales deben de sustentar procesos bien diseñados y estructuras organizacionales coordinadas, sin ello, se está gestando una fórmula para el fracaso. El confiar a la tecnología el éxito de una innovación es un error común en el que muchas organizaciones caen. En este caso la gestión de las personas, casillas, documentos, información e infraestructura debieron estar por delante del desarrollo tecnológico.
Creemos que este hecho inédito en la historia de nuestro continente no debe de repetirse jamás, no solo por los recursos perdidos que salen de los bolsillos de los ciudadanos dominicanos, sino por el duro golpe que reciben las instituciones involucradas y en general el sistema político de ese país. Es necesario, creemos, que exista un claro y honesto análisis que permita informar de manera transparente y oportuna, los hechos y sus causas reales. En tanto eso sucede, nos quedan algunas preguntas que esperamos sean abordadas en el corto plazo por las autoridades competentes.
¿Cuál es la razón por la que, habiendo prácticas y métodos probados para desarrollar y liberar sistemas de información, se cancela un proceso crítico unas horas después de haber iniciado? Las prácticas mundiales de desarrollo dejan clara la pauta para que los responsables del proyecto hubieran detectado el riesgo desde semanas antes de la fecha crítica, de hecho, el sistema, la tecnología y la logística debieron haber estado completamente terminadas meses antes de la fecha límite ¿Qué pasó?
¿Por qué un proyecto de interés nacional y de impacto histórico no fue vigilado por organismos ciudadanos, empresariales, y públicos de manera coordinada? Al parecer la causa no radica en la carencia de recursos ya que la relevancia del proyecto y el dinero involucrados justificaban de manera sobrada el monitoreo detallado y el control del mismo.
El desánimo y el pesimismo se manifiestan en las redes ciudadanas de República Dominicana, país con el que tenemos un vinculo y cariño especiales, consideramos que las autoridades electorales, políticas y gubernamentales tienen aún mucho que decir y, sobre todo, cuentas que rendir a la ciudadanía de ese gran país.
¿Qué opinan sus ciudadanos? Ayúdenos a aprender de este caso a fin de que no vuelva a repetirse, ni allá, ni en ningún lado.
Update: Pueden ver la segunda parte de este artículo aquí: https://social.openinnovationgarage.com/t/elecciones-republica-dominicana-2020-cuando-la-innovacion-falla/301/6
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